“16 Por sus frutos los conocerán. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los cardos? 17 Así, todo árbol bueno da frutos buenos; pero el árbol malo da frutos malos. […] 20 Así que, por sus frutos los conocerán. 21 »No todo el que me dice: “Señor, Señor”, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de Mi Padre que está en los cielos.”
“7 Sucedió después de estas cosas que la mujer de su amo miró a José con deseo y le dijo: «Acuéstate conmigo». 8 Pero él rehusó y dijo a la mujer de su amo: «Estando yo aquí, mi amo no se preocupa de nada en la casa, y ha puesto en mi mano todo lo que posee. 9 No hay nadie más grande que yo en esta casa, y nada me ha rehusado excepto a usted, pues es su mujer. ¿Cómo entonces podría yo hacer esta gran maldad y pecar contra Dios?». 10 Y ella insistía a José día tras día, pero él no accedió a acostarse con ella o a estar con ella. 11 Pero un día que él entró en casa para hacer su trabajo, y no había ninguno de los hombres de la casa allí dentro, 12 entonces ella tomó a José de la ropa, y le dijo: «¡Acuéstate conmigo!». Pero él le dejó su ropa en la mano, y salió huyendo afuera.”
“1 Por lo demás, hermanos, les rogamos, y les exhortamos en el Señor Jesús, que tal como han recibido de nosotros instrucciones acerca de la manera en que deben andar y agradar a Dios, como de hecho ya andan, así abunden en ello más y más. […] 3 Porque esta es la voluntad de Dios: su santificación; es decir, que se abstengan de inmoralidad sexual; 4 que cada uno de ustedes sepa cómo poseer su propio vaso en santificación y honor, 5 no en pasión degradante, como los gentiles que no conocen a Dios. […] 7 Porque Dios no nos ha llamado a impureza, sino a santificación.”
“14 Entonces Faraón mandó llamar a José, y lo sacaron aprisa del calabozo. Después de afeitarse y cambiarse sus vestidos, vino a Faraón. 15 Y Faraón dijo a José: «He tenido un sueño y no hay quien lo interprete. Pero he oído decir de ti, que oyes un sueño y lo puedes interpretar». 16 «No está en mí», respondió José a Faraón. «Dios dará a Faraón una respuesta favorable».”
“…pero recibirán poder cuando el Espíritu Santo venga sobre ustedes; y serán Mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra».”
“53 Cuando pasaron los siete años de abundancia que había habido en la tierra de Egipto, 54 comenzaron a venir los siete años de hambre, tal como José había dicho. Entonces hubo hambre en todas las tierras, pero en toda la tierra de Egipto había alimento. 55 Cuando se sintió el hambre en toda la tierra de Egipto, el pueblo clamó a Faraón por alimento. Faraón dijo a todos los egipcios: «Vayan a José, y hagan lo que él les diga». 56 El hambre también se extendió sobre toda la superficie de la tierra. Entonces José abrió todos los graneros y vendió a los egipcios, pues el hambre era severa en la tierra de Egipto. 57 Y de todos los países venían a Egipto para comprar grano a José, porque el hambre era severa en toda la tierra.”
“23 Todo lo que hagan, háganlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres, 24 sabiendo que del Señor recibirán la recompensa de la herencia. Es a Cristo el Señor a quien sirven.”
“1 José ya no pudo contenerse delante de todos los que estaban junto a él, y exclamó: «Hagan salir a todos de mi lado». Y no había nadie con él cuando José se dio a conocer a sus hermanos. 2 Lloró tan fuerte que lo oyeron los egipcios, y la casa de Faraón se enteró de ello. 3 José dijo a sus hermanos: «Yo soy José. ¿Vive todavía mi padre?». Pero sus hermanos no podían contestarle porque estaban atónitos delante de él. 4 Y José dijo a sus hermanos: «Acérquense ahora a mí». Y ellos se acercaron, y les dijo: «Yo soy su hermano José, a quien ustedes vendieron a Egipto. 5 Ahora pues, no se entristezcan ni les pese el haberme vendido aquí. Pues para preservar vidas me envió Dios delante de ustedes.”
“25 Pero Jesús, llamándolos junto a Él, dijo: «Ustedes saben que los gobernantes de los gentiles se enseñorean de ellos, y que los grandes ejercen autoridad sobre ellos. 26 No ha de ser así entre ustedes, sino que el que entre ustedes quiera llegar a ser grande, será su servidor, 27 y el que entre ustedes quiera ser el primero, será su siervo; 28 así como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar Su vida en rescate por muchos».”
“16 Por sus frutos los conocerán. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los cardos? 17 Así, todo árbol bueno da frutos buenos; pero el árbol malo da frutos malos. […] 20 Así que, por sus frutos los conocerán. 21 »No todo el que me dice: “Señor, Señor”, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de Mi Padre que está en los cielos.”
“7 Sucedió después de estas cosas que la mujer de su amo miró a José con deseo y le dijo: «Acuéstate conmigo». 8 Pero él rehusó y dijo a la mujer de su amo: «Estando yo aquí, mi amo no se preocupa de nada en la casa, y ha puesto en mi mano todo lo que posee. 9 No hay nadie más grande que yo en esta casa, y nada me ha rehusado excepto a usted, pues es su mujer. ¿Cómo entonces podría yo hacer esta gran maldad y pecar contra Dios?». 10 Y ella insistía a José día tras día, pero él no accedió a acostarse con ella o a estar con ella. 11 Pero un día que él entró en casa para hacer su trabajo, y no había ninguno de los hombres de la casa allí dentro, 12 entonces ella tomó a José de la ropa, y le dijo: «¡Acuéstate conmigo!». Pero él le dejó su ropa en la mano, y salió huyendo afuera.”
“1 Por lo demás, hermanos, les rogamos, y les exhortamos en el Señor Jesús, que tal como han recibido de nosotros instrucciones acerca de la manera en que deben andar y agradar a Dios, como de hecho ya andan, así abunden en ello más y más. […] 3 Porque esta es la voluntad de Dios: su santificación; es decir, que se abstengan de inmoralidad sexual; 4 que cada uno de ustedes sepa cómo poseer su propio vaso en santificación y honor, 5 no en pasión degradante, como los gentiles que no conocen a Dios. […] 7 Porque Dios no nos ha llamado a impureza, sino a santificación.”
“14 Entonces Faraón mandó llamar a José, y lo sacaron aprisa del calabozo. Después de afeitarse y cambiarse sus vestidos, vino a Faraón. 15 Y Faraón dijo a José: «He tenido un sueño y no hay quien lo interprete. Pero he oído decir de ti, que oyes un sueño y lo puedes interpretar». 16 «No está en mí», respondió José a Faraón. «Dios dará a Faraón una respuesta favorable».”
“…pero recibirán poder cuando el Espíritu Santo venga sobre ustedes; y serán Mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra».”
“53 Cuando pasaron los siete años de abundancia que había habido en la tierra de Egipto, 54 comenzaron a venir los siete años de hambre, tal como José había dicho. Entonces hubo hambre en todas las tierras, pero en toda la tierra de Egipto había alimento. 55 Cuando se sintió el hambre en toda la tierra de Egipto, el pueblo clamó a Faraón por alimento. Faraón dijo a todos los egipcios: «Vayan a José, y hagan lo que él les diga». 56 El hambre también se extendió sobre toda la superficie de la tierra. Entonces José abrió todos los graneros y vendió a los egipcios, pues el hambre era severa en la tierra de Egipto. 57 Y de todos los países venían a Egipto para comprar grano a José, porque el hambre era severa en toda la tierra.”
“23 Todo lo que hagan, háganlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres, 24 sabiendo que del Señor recibirán la recompensa de la herencia. Es a Cristo el Señor a quien sirven.”
“1 José ya no pudo contenerse delante de todos los que estaban junto a él, y exclamó: «Hagan salir a todos de mi lado». Y no había nadie con él cuando José se dio a conocer a sus hermanos. 2 Lloró tan fuerte que lo oyeron los egipcios, y la casa de Faraón se enteró de ello. 3 José dijo a sus hermanos: «Yo soy José. ¿Vive todavía mi padre?». Pero sus hermanos no podían contestarle porque estaban atónitos delante de él. 4 Y José dijo a sus hermanos: «Acérquense ahora a mí». Y ellos se acercaron, y les dijo: «Yo soy su hermano José, a quien ustedes vendieron a Egipto. 5 Ahora pues, no se entristezcan ni les pese el haberme vendido aquí. Pues para preservar vidas me envió Dios delante de ustedes.”
“25 Pero Jesús, llamándolos junto a Él, dijo: «Ustedes saben que los gobernantes de los gentiles se enseñorean de ellos, y que los grandes ejercen autoridad sobre ellos. 26 No ha de ser así entre ustedes, sino que el que entre ustedes quiera llegar a ser grande, será su servidor, 27 y el que entre ustedes quiera ser el primero, será su siervo; 28 así como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar Su vida en rescate por muchos».”